Lección 6 - EL ESPÍRITU SANTO (Qué debemos saber del Espíritu Santo? (Serie doctrina básica)

 LECCIÓN 6

EL ESPÍRITU SANTO


26 Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho.

Juan 14.26

Lo que aprenderás en esta lección:
1.  El Espíritu Santo es la tercera persona de la trinidad
2. El Espiritu Santo es una persona
3. El Espiritu Santo tiene características personales
4. Glorifica a Cristo en todo lo que hace
5. La obra del Espiritu Santo en el no creyente
6. La obra del Espiritu Santo en el creyente
7. Produce fruto
8. El sello del Espiritu Santo
9. La habitación del Espiritu Santo
10. La llenura del Espiritu Santo



¿QUÉ DEBEMOS SABER DEL

ESPÍRITU SANTO?

El Espíritu Santo, es la tercera persona de la Trinidad, igual en sustancia y naturaleza con el Padre y con el Hijo.

El Espíritu Santo es una persona, algunos enseñan que el Espíritu Santo, es una fuerza o influencia impersonal de Dios manifestado en el mundo, como una cosa y no una persona. Cualquier enseñanza que niega que el Espíritu Santo sea una persona, es falsa.

El Espíritu Santo tiene características personales:

1.1. Tiene inteligencia: piensa, determina y tiene propósitos. 

((( 1 Corintios 2:10-11) 10 Ahora bien, Dios nos ha revelado esto por medio de su Espíritu, pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios. 11 En efecto, ¿quién conoce los pensamientos del ser humano sino su propio espíritu que está en él? Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios.

   2. Tiene voluntad: Reparte dones según su voluntad. 

(((1 Corintios 12:8-11) A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, dones para sanar enfermos; 10 a otros, poderes milagrosos; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas. 11 Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina.

3.3. Tiene emociones: Se entristece.

 ( (Efesios 4:30) 30 No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención.

   4. Puede ser ofendido 

  (Mateo 12:31-32) 31 Por eso les digo que a todos se les podrá perdonar todo pecado y toda blasfemia, pero la blasfemia contra el Espíritu no se le perdonará a nadie. 32 A cualquiera que pronuncie alguna palabra contra el Hijo del hombre se le perdonará, pero el que hable contra el Espíritu Santo no tendrá perdón ni en este mundo ni en el venidero.

4. 5. Es capaz de acciones como: 

   a) Interceder (Romanos 8:26) 26 Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.

   b) Enseñar (Juan 14:26) 26 Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho.

   c) Guía (Romanos 8:14) 14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.

   d) Glorifica a Cristo en todo lo que hace, nunca se exalta a sí mismo, no es el Espíritu quienes glorificado, o quien debe ser glorificado en un servicio religioso, sino Cristo.

 ( (Juan 16-14) 14 Él me glorificará porque tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes.


LA OBRA DEL ESPIRITU SANTO EN EL NO CREYENTE, es de convicción.

 

(Juan 16:8-11) Y, cuando él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a la justicia y al juicio; en cuanto al pecado, porque no creen en mí; 10 en cuanto a la justicia, porque voy al Padre y ustedes ya no podrán verme; 11 y en cuanto al juicio, porque el príncipe de este mundo ya ha sido juzgado.

lo convence de:

Pecado (v.9) del pecado de incredulidad y rechazo a Cristo que condena su alma (Juan 3:18-21) 18 El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios. 19 Esta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos. 20 Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras queden al descubierto. 21 En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios».Utiliza su incredulidad para probar la gravedad del pecado y llamarle al arrepentimiento.

Justicia (v.10) testifica la obra triunfante de Cristo en la cruz para revelar la justicia de Dios a todo aquel que cree.

Juicio (v.11) Usa la derrota de Satanás para demostrar la certeza del juicio de Cristo sobre Satanás y que Dios juzgará la maldad.


LA OBRA DEL ESPIRITU SANTO EN EL CREYENTE


1. El nacimiento nuevo o regeneración,  la persona que cree en Cristo, nace de nuevo, experimenta un cambio de corazón y vida por la obra transformadora del Espíritu Santo

(Juan 3:5-7 5) —Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—. Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu. No te sorprendas de que te haya dicho: “Tienen que nacer de nuevo”.

(Tito 3:5) él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia, sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo,

2. Enseña  y recuerda las palabras de Jesús a través del entendimiento de la Palabra escrita, la Biblia. 

(Juan 14:26) 26 Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho.

3. Guía a la verdad, a discernir entre el bien y el mal y comunica las cosas que vendrán 

(Juan 16:13) 13 Pero, cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá solo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir.

4. Intercede por el creyente ofreciendo a Dios sus oraciones, dirigiendo su corazón y  mente cuando ora 

(Romanos 8:26-27) 26 Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. 27 Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.

5. Reparte Dones, todos los creyentes tienen uno o más dones que reciben del Espíritu Santo para edificación del cuerpo de Cristo, la Iglesia 

(1 Corintios 12:7-11) A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás. A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, dones para sanar enfermos; 10 a otros, poderes milagrosos; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas. 11 Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina.

El Espíritu reparte los dones según su voluntad (v. 11), porque conoce exactamente lo que cada creyente, cada cuerpo (iglesia), y cada generación necesita. 

Hay diferentes dones pero ninguno es superior al otro, todos proceden del Espíritu Santo, y su propósito es edificar el cuerpo de Cristo, la Iglesia (v. 7).

PRODUCE FRUTO



El fruto que produce el Espíritu Santo es el resultado de su control en la vida del creyente, tiene que ver con los rasgos de carácter que se encuentran en la naturaleza de Cristo y evidencian su presencia en el creyente.
(Gálatas 5:22-23) 22 En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, 23 humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.

Capacita para vencer los deseos de la carne, cuando uno se somete permanentemente a su poder y dominio. 

(Gálatas 5:16-24) 
La vida por el Espíritu
16 Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa. 17 Porque esta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren. 18 Pero, si los guía el Espíritu, no están bajo la ley.
19 Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; 20 idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos 21 y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
22 En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, 23 humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. 24 Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos.

El Espíritu y la carne, la naturaleza pecaminosa, los malos deseos o inclinaciones al mal, son totalmente opuestos el uno del otro (v. 17), como se evidencia por sus “obras” y “frutos” (v. 19-22) lo que provoca una batalla permanentemente en el creyente.

(Romanos 7.7-25)

La lucha contra el pecado

7 ¿Quiere decir esto que la ley es pecado? ¡Claro que no! Pero si no hubiera sido por la ley, yo no habría entendido lo que es el pecado. Por ejemplo, si la ley no dijera: «No se dejen dominar por el deseo de tener lo que otros tienen», yo no sabría que eso es malo. 
8 Cuando no hay ley, el pecado no tiene ningún poder. Pero el pecado usó ese mandamiento de la ley, y me hizo desear toda clase de mal.
9 Cuando yo todavía no conocía la ley, vivía tranquilo; pero cuando conocí la ley, me di cuenta de que era un gran pecador 
10 y de que vivía alejado de Dios. Fue así como la ley, que debió haberme dado la vida eterna, más bien me dio la muerte eterna. 
11 Porque el pecado usó la ley para engañarme, y con esa misma ley me alejó de Dios.
12 Podemos decir, entonces, que la ley viene de Dios, y que cada uno de sus mandatos es bueno y justo. 
13 Con esto no estoy diciendo que la ley, que es buena, me llevó a la muerte. ¡De ninguna manera! El que hizo esto fue el pecado, que usó un mandato bueno. Así, por medio de un mandato bueno todos podemos saber lo realmente malo y terrible que es el pecado. 
14 Nosotros sabemos que la ley viene de Dios; pero yo no soy más que un simple hombre, y no puedo controlar mis malos deseos. Soy un esclavo del pecado. 
15 La verdad es que no entiendo nada de lo que hago, pues en vez de hacer lo bueno que quiero hacer, hago lo malo que no quiero hacer. 16 Pero, aunque hago lo que no quiero hacer, reconozco que la ley es buena. 
17 Así que no soy yo quien hace lo malo, sino el pecado que está dentro de mí. 
18 Yo sé que mis deseos egoístas no me permiten hacer lo bueno, pues aunque quiero hacerlo, no puedo hacerlo. 
19 En vez de lo bueno que quiero hacer, hago lo malo que no quiero hacer. 
20 Pero si hago lo que no quiero hacer, en realidad no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está dentro de mí.
21 Me doy cuenta entonces de que, aunque quiero hacer lo bueno, sólo puedo hacer lo malo.
22 En lo más profundo de mi corazón amo la ley de Dios. 
23-25 Pero también me sucede otra cosa: hay algo dentro de mí, que lucha contra lo que creo que es bueno. Trato de obedecer la ley de Dios, pero me siento como en una cárcel, donde lo único que puedo hacer es pecar. Sinceramente, deseo obedecer la ley de Dios, pero no puedo dejar de pecar porque mi cuerpo es débil para obedecerla.
¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, que me hace pecar y me separa de Dios? ¡Le doy gracias a Dios, porque sé que Jesucristo me ha librado!

El creyente  no puede vencer confiando en su propia fuerza sino por poder del Espíritu Santo que es mucho más fuerte.

(Romanos 8:1-2) Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.
(Romanos 8. 37) 37 Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.


EL SELLO DEL ESPIRITU SANTO 

Todos los creyentes son sellados en el momento de su conversión (Efesios 1:13) 13 En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido.
hasta el día de su redención
(Efesios 4:30) 30 No hagan que se ponga triste el Espíritu Santo de Dios, que es como un sello de identidad que Dios puso en ustedes, para reconocerlos cuando llegue el día en que para siempre serán liberados del pecado.
El sello del Espíritu Santo garantiza que el creyente le pertenece a Dios para siempre, y el cumplimiento de sus promesas. Nadie puede romper el sello del Espíritu. 

LA HABITACIÓN DEL ESPIRITU SANTO 

El Espíritu es dado a todos los creyentes cuando creen,
(Juan 7:39) Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en él. Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía.
 y mora en ellos para siempre. 
Él Salvador lo prometió (Juan 14:16) Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre.
Él creyente sabe que ha recibido el Espíritu Santo no porque haya sentido ciertas emociones, sino porque Jesús lo prometió. 

Si el Espíritu no habita en alguno, indica que no es salvo evidenciando la conversión no sincera por lo tanto, no tener el Espíritu equivale a no pertenecer a Cristo.
(Romanos 8:9) Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y, si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.

LA LLENURA DEL ESPÍRITU SANTO 

Es resultado del control que ejerce el Espíritu Santo en la vida del creyente cuando éste se somete y le permite obrar como desee. 

Cuando el Espíritu controla completamente la vida del creyente, produce fruto (Gálatas 5:22-23) En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, 23 humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. que se manifestara en la transformación de su carácter cada vez más semejante a Cristo.


¿QUÉ DEBEMOS HACER?

Llenarse del Espiritu Santo.

(Efesios 5:18) 18 No se emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. Al contrario, sean llenos del Espíritu.

Debe someterse al Espíritu Santo y permitirle hacer lo que Él desee en su vida.

2. Deberá estar dispuesto a obedecer su guía en todos los detalles de su vida, renunciando a sus propios deseos y voluntad.

3. Necesitará ser lleno constantemente, en cada etapa de su crecimiento. Según vaya madurando su conocimiento y perspectivas se profundizarán, ampliarán y saldrán a la luz nuevas áreas que necesitarán  ser sometidas al control del Espíritu Santo hasta transformarle a la imagen de Cristo.


NO CONTRISTAR AL ESPIRITU SANTO

(Efesios 4:30) “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios” Usted puede vivir según la carne (Gálatas 5:19-21) 19 Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; 20 idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos 21 y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. o el Espíritu  (Gálatas 5:16) 16 Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa.

Usted debe andar en el Espíritu obedeciendo su dirección y no satisfacer los deseos de la carne pues el hombre carnal no puede agradar a Dios (Romanos 8:7-8) La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios.

Usted tiene deseos naturales hacia el mal y no debe ignorarlos, debe aprender a reconocerlos identificando qué aspectos de su conducta provienen de la carne, para enfrentarlos clasificándolos,
(Gálatas 5:24) 24 Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos.
 entonces podrá rechazar la tentación.


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¡Que Cristo reciba la gloria que merece!



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